Cenizas en el Mar

Cenizas en el Mar

Cenizas, cenizas en el mar, míralas flotar,
sin rumbo, sin un lugar, perdidas en altamar.
Llenas de historia, de vida, de promesas incumplidas,
que como una onda expansiva en busca de una salida.

Sentir encerrado, cenizas de un pasado,
rejunte necesario realidad que tan al fondo quedaron.
Ya no siento, ya no odio, ya no pienso, ya no amo,
¿donde habrá quedado la brecha entre olvido y ser humano?

Vivir desalmado, en tiempo inanimado,
recuerdos mezclados, frustrados y ahogados.
Simbiosis perfecta entre mundos encontrados,
batallas enteras sin un ganador asignado

Eternidad, pero solo si miras al mar.
Lineas quebradas por el infinito horizonte,
dos mundos que chocan pero a la vez se corresponden.
Ese extraño lugar donde náufragos y miradas se esconden.

Déjalas flotar. Déjalas llorar. Déjalas ir.
Ya vendrán las que te hagan feliz.

Autor: Tomás Tyrrell



Mirarte. 

Te mire todo lo que pude mirarte
Cerré los ojos y no pude dejar de imaginarte
De imaginar tu sentir
De imaginar tu querer
De imaginar tu sonrisa

Te mire todo lo q pude mirarte
Vi, mucho, pero solo me dejabas mirarte
Mirarte sin dejarme entrar 
Mirarte sin más que eso 
Mirarte como si solo viera el mar

Te mire todo lo que pude mirarte
Escondî mi mirada para no ser vulnerable
Vulnerable al amor
Vulnerable a tu mundo
Vulnerable a entregarme

Te mire todo lo que pude mirarte

Te miré ya que solo pude animarme a mirarte
Lloré.

Anoche lloré, lloré mucho. Lloré y no pare de llorar. Sentí la necesidad de llorar.
De llorar por llorar.
Llorar por estar sensible o llorar por no estarlo. Da igual.
Llorar por que todo mi ser siente q esta mal. Por saber en algún lugar que algo no está bien y sin embargo no poder hacer más que llorar.
Llorar por lo que no puedo cambiar y el corazón tiene q aceptar.
Llorar por ese tiempo imperfecto, pasado, que asi debe quedar.
Llorar por mi familia y las cosas q ocurren a diario.
Llorar por mi y mis miedos, mis vacíos y mis lagunas, mis fracasos.
Llorar desconsoladamente intentando no llorar pero no poder contenerlo y llorar sin parar.
Llorar por llorar.
Llorar por vos q no estas o por mi que ya no estoy.
Llorar para olvidar o llorar por recordar.
Llorar por llorar.
Llorar por querer escribir y no animarme.
Llorar por querer hablar y sentir q no tengo el lugar.
Llorar por sentirme rechazado en lo mas profundo de mi ser.
Llorar por sentirme desamparado y sin tu querer.
Llorar por todo lo que no llore o llorar por todo lo que ya llore.
Llorar porque no hay otra cosa que hacer sino llorar.
Llorar sin miedo a llorar y llorar sin miedo a parar.
Llorar por querer escribir o llorar por querer esperar.
Llorar sabiendo que vos ya no lloras.
Llorar y pretender que mi llanto te haga llorar.
Llorar sin vergüenza a verme llorar.
Llorar porque lo siento y no buscar nada mas.
Llorar porque tan solo se puede llorar.
Llorar por no poder dejarte ir y llorar por tan solo tenerte acá.
Llorar por escribir todo esto sin saber realmente que esperar.
Dejar salir y dejar fluir.
Llorar hasta dejar de llorar.


Potro Azul


En una noche apagada, la Luna asomaba tímidamente, dubitativa, cautelosa, con un color intenso pero a la vez difuso. Con una energía tan linda que se sentía desde todo el universo. A pesar de su energía, Ella salía a diario como si estuviera pidiendo permiso; pidiéndole permiso a la noche para poder usar su lugar. Su paciencia y movimientos tímidos, calculados, hacía que pase desapercibida. Así, de a pasitos seguros, lentos, se iba abriendo paso y enfrentándose a sí misma. 
A la distancia y del otro punto cardinal del campo, un Potro Azul brotaba del horizonte con su impronta y su luz tan fuerte, tan azul. Encandila, enfrenta, sacude, hipnotiza, conmueve, alienta, despoja. Un silencio íntimo y abrumador acompañaba cada susurro de sus cabellos al viento. Un suspiro de brisa parecía acompañar cada movimiento del Potro que acaudaladamente mostraba sus atributos por el campo. Sus pasos, esbeltos, firmes, contundentes, se escuchaban como si fuesen mil caballos galopando libremente. Todo el universo parecía estar en sintonía y estupefacto ante el mamífero. Su confianza, entereza, seguridad se veía reflejada en ese azul tan extremo que fuertemente calaba en la memoria de quien lo mirase. Hipnotiza, seduce, obnubila, ciega, neutraliza, enamora.
La Luna, inmóvil ante semejante presencia, se sintió atraída y curiosa de ver esa luz azul que le competía. Veía cómo todos estaban atónitos ante su implícito contrincante. Se quedaba paralizada, estupefacta, inmóvil ante tanta omnipresencia. Sentía que no podía hacer frente a semejante luz y que hasta Ella misma se convirtió en un espectador de tan intensa y llamativa dulzura. Ni el Sol, en sus años de existencia, la hizo sentir así. 
A medida que el Potro avanzaba por el campo, Ella se hacía cada vez más chiquita. Sentía que su luz no era suficiente para iluminar más allá del Potro. Pasaban las horas y la noche iba desapareciendo hasta transformarse en día. Ella cada vez más pequeña, se refugiaba triste, confundida, buscando entender sus sentimientos. 
Un día el Sol, expectante de lo que ocurría a diario cuando él no estaba, se reunió con la luna en una charla histórica en el medio del cielo, ahí donde el día y la noche son uno solo. Ahí donde las cosas suceden. Intentó explicarle. 
La Luna siguió saliendo y pidiendo permiso como siempre y el Potro Azul apareció desde el otro lado una vez más. Pero por alguna razón, hubo un momento en que Ella se sintió distinta. Con más fuerza. Con más seguridad. De alguna forma se había iluminado. Había descubierto su luz. Se dió cuenta que Ella también iluminaba; pero no solo iluminaba al Campo, al Cielo, a los Arboles, los Océanos, las Flores, sino que también iluminaba al Potro, quien siempre estuvo enamorado de Ella, atrapado ante tanta belleza. Lentamente, empezaba a entender que con su luz iluminaba al mundo entero. Esa era su esencia, su alma, su destino. Ella era la Luna. 

Enero 2015
Autor: Tomás Tyrrell
Foto: "Alina"

Una Caricia en un Tintero. 

Una caricia en un tintero
Y una palabra que se asoma
Muestra la forma más perfecta
Y solo una voz que la toma

Una pluma que se enfunda
Y una razón que se espada
Una idea que se no se esfuma
Y un tema que así se enclava

Un momento de pureza
Intacto y en pequeñas formas
Tan Pulcro de sentidos y rarezas
Y la razón que solo piensa y transforma

Inmenso espacio simulado
Y el mismo abismo en un recuadro
Una sola frontera y fuera de ella
Un lugar que no ha de ser pisado

Arenas firmes que tiemblan de desconfianza
Hundidas y enfrentadas, confundidas de arrogancia
Cobardes y gemelas, entre todas se entrelazan
Y una sola que enciende su alma en templanza

De un lado y del otro, todo se revela
Una guerra sin alma, código ni pena
Una paz sin tregua en una noche serena
Una bandera blanca que busca su cadena.

Diciembre 2014
Autor: Tomás José Tyrrell
Foto: http://anadanich.blogspot.com.ar/2011/09/la-nada-es-parte-de-dios_27.html

Anailé, la sirena.

Anailé, La sirena de Zennor.
Ella tiene un alma 
tan grande y frágil
tan linda y profunda
tan suave como ninguna

Libre como el cielo 
con un sin fin de alas
vuela sola y en bandada
libertad que amerita ser admirada

Imagina que es lo que no es
enfunda una imagen distorcionada
es bella por dentro y por fuera
bella, tan bella como ella quisiera.

Anda por lugares imposibles
refleja como un espejo lo invisible
devuelve un brisa de verano
y tiende sobre el invierno su mano

Nada la detiene en su impronta 
ni el talento que se niega, ni el amor que otorga
todo se le vuelve una plataforma
para que su alma se eleve y cambie de forma

A donde la marea la lleva solo puede ir ella
se sumerge en lo profundo, corales de viveza
como una sirena cual princesa de historieta
siempre encuentra el beso que la despierta 

Noviembre 2014
Autor: Tomás José Tyrrell
Foto: https://pinake.wordpress.com/2012/02/26/la-sirena-de-zennor-ii/ 

Almadelirio


No existen palabras que puedan aliviar
No existen fronteras que puedan contener
No existe remedio que pueda curar
Solo espero que el tiempo ayude a encontrar

Delirios de ilusión fundados en la nada
Discusiones internas que no conducen a nada
Teorías enteras refutadas al instante de ser creadas
Todo eso y más porque no tengo tu mirada

Sentires enredados, elípticos, desenfrenados
Tranquilizadoras conclusiones que se ahogan y disuelven
en comienzos y conclusiones que se suceden agitadamente
En otros comienzos y conclusiones agitados y enredados.

Una mirada desde ese arriba que no termina de armarse
Una tormenta silenciosa que azota y golpea de la nada.
Una ventolina que despeina, y despeina como nada.
Y una personita ahí q lucha, su lucha descontrolada.

Una guerra sin contrincante, sin guerra, sin nada
Un silencio de hielo que toco, pero no devuelve nada.
Un alma desnuda, que se moja, se seca, se ahoga y revive
Un alma expuesta de la noche a la mañana.

Existen palabras que pueden aliviar
Existen fronteras que pueden contener
Existe remedio que puede curar
Solo espero que el tiempo te ayude a encontrar

fecha desconocida.
Autor: Tomás Tyrrell
Foto: Desconocido.